No me acostumbro aun a estar vivo, ni a la indiferencia de
los planetas por los hombres, ni a caminar en la ciudad azul de mis lágrimas a
punto de estallar, solo queda dejarme morir de tristeza y ansiedad, esperar a
las almas ridiculizadas por las matemáticas para llorar a orillas de la
quebradura del sistema solar, con la esperanza de que, antes del fin, algunos
derrotados tendremos que celebrar ¿Verdad?
Que lejos hemos quedado de ser hijos de los Dioses.