¿Dónde están los folios que me queman? Un barco hundido en
la cuna de mi verbena canta la prosa de mi poesía de guerra, oh diosas, oh
rameras, alabo todo lo que me sorprende, soy un extranjero de mi propio
planeta, que observa rosas que crecen en las hermosas e inmaculadas praderas y
es la puta flor que crece sin gracia entre las baldosas que estorba y dice
cosas.
Encima de mí el sol, más arriba yo, sin voluntad entre vida
y muerte, saboreo al espíritu demasiado deprisa, que escribe porque reside al títere,
y porque nunca fue bueno con los pinceles, que ha sido nadie tantas veces y se
siente extraño estando alegre, no encuentro que personalidad es la mía entre
tantas cicatrices, ni que universidad estará dispuesta a adoptar mis delfines,
ni que filosofía me define, solo sé que me voy haciendo menos, en alma y
cuerpo, que quedó atrapado entre la aguja del hilo que teje los sueños, duermo
y duermo mientras se acaba el dinero y despierto en un agujero ¿quién entenderá
a este tonto hablando hebreo?
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