La sangre esta de sombra, y la muerte taciturna logra
inmiscuirse en el paisaje, pero un rayo de luz no es suficiente para borrar el
contraste de un dolor tan vasto, fueron lagrimas de recurridas remembranzas,
inconsecuente vi explotar un universo en el epicentro de lo extraño.
Enero muerto abre paso a la eterna brevedad de Febrero,
hasta que su patinaje me lleva al martirio de levantar la copa de los ciegos de
Noviembre, soy el hombre poema al que la poesía perfecta es una anécdota, estoy
en el limbo de los indiferentes, siendo el tercer mosquetero oculto de Dante y
Virgilio, abriéndole otro hoyo más profundo al precipicio.
Soy el poeta despojado de primavera con una mueca tan
imprecisa como segura es la muerte, atrévete a naufragar en lo que entiendo y
asegura tu suicidio con un balazo teniendo una soga atada al cuello, lo siento,
de verdad lo siento por las tumbas sin epitafios que han dejado mis recuerdos.
Me abrazo al adjetivo de inexpugnable, y solo me
encuentran sinónimo con el gesto de la Gioconda, festín recordándonos de
caracol y rompan una lanza por el poeta del invierno primaveral.