martes, 6 de mayo de 2014

Sin voz ni voto



Escondido en mí sombra, siempre muy de vez en cuando, cuando el reloj ya no es un objeto y se convierte en metáfora, todo atraviesa una letal metamorfosis, lo huérfano empieza a tener madre y a el alma la crecen piernas y camina, yo no quiero seguir escondido en mi sombra, quiero escalar una montaña y hacer un libro que no mate ningún árbol, ser eterno como el segundo que ya acabo, la tristeza enjaulada golpea tan fuerte que los muros empiezan a caer en mi cerebro dañado solo suena Rubén Dario diciendo “Juventud divino tesoro, ya te vas para no volver, cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer” Mojo el pincel con la sangre de mi corazón para seguir escribiendo, Sístole y Diástole se vuelven ángel y demonio sobre mis hombros, corto mis venas y solo sangro lagrimas… entonces allí estaban, allí se escondían por eso no salían, hoy muero sobre las palabras que aun no se escribían en el papel , mañana quizás en la sala de un hospital o con una bala en el cráneo, bueno.. digamos 4, una por cada mujer que ame, menos amén y mas amen, menos gloria a un Dios detestable y mas al desdeñado hombre miserable, que vive su miseria en la acera de enfrente, repudiándose en el verdadero infierno de estar vivo, hoy me deprimo por aquellos que jamás se deprimieron por alguien más, esos que tienen fortuna y no son afortunados, espero que el espejo sea el último en morir.

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